martes, 24 de julio de 2018

Síndrome de la Insistencia Errónea: Esforzarse mucho para no lograr nada


A todos nos sucede, antes o después. Llega un momento de la vida en el que nos damos cuenta de que necesitamos cambiar, que debemos poner rumbo en otra dirección porque lo que estamos haciendo simplemente no funciona o nos conduce a un callejón sin salida.
Sin embargo, hacer consciente la necesidad del cambio es tan solo el primer paso. Normalmente después llega una fase en la que nos bloqueamos, nos sentimos atrapados por las decisiones del pasado y nos damos cuenta de que los malos hábitos regresan.

Sin darnos cuenta, comenzamos a insistir en la dirección errónea y, obviamente, no avanzamos sino que comenzamos a retroceder. Sin embargo, el esfuerzo que realizamos es tal que terminamos agotados y desmotivados, sin comprender qué ha pasado. La respuesta es muy sencilla: hemos sido víctimas de lo que se podría denominar: “Síndrome de la Insistencia Errónea”.

Insistir en la dirección equivocada

Imagina que es verano. Estás sentado tranquilamente en el sofá de tu casa y comienzas a sentir un calor sofocante. Para refrescarte, abres un poco la ventana. Luego abres una ventana opuesta, para crear un poco de corriente.

Cuando vuelves al sofá te sientes mucho mejor pero al cabo de unos minutos piensas que si abrieses un poco más las ventanas, sentirías aún menos calor. Te levantas y lo haces. Y así continúas, hasta que abres las ventanas de par en par.

Finalmente te sientas tranquilo en el sofá, dispuesto a relajarte y a disfrutar de la brisa, pero al cabo de un rato te percatas de que el calor ha vuelto. ¿Por qué?

La respuesta es muy sencilla: según la Física, llega un punto a partir del cual, mientras más abres las ventanas, más despacio circula el aire.

En la vida, en muchas ocasiones ponemos en práctica este tipo de comportamiento. De hecho, insistimos en la dirección errónea cuando:
- Nos aferramos a comportamientos del pasado, que en su momento fueron eficaces pero que en la actualidad han dejado de serlo y han perdido su sentido.
Insistimos en la crítica, pensando que si la repetimos muchas veces, la otra persona terminará cambiando, cuando en realidad solo lograremos que se ponga a la defensiva.
- Nos obstinamos en seguir un sueño o una idea que creemos brillante, sin tomar en consideración las pistas que nos envía el mundo real para indicarnos que vamos por mal camino.
- Nos atamos a una relación, generalmente de pareja, que ya no funciona y que se ha convertido en una fuente de conflictos e insatisfacciones.
En todos estos casos, al inicio determinados comportamientos, creencias o ideas fueron perfectamente válidos y eficaces. Sin embargo, en cierto punto del camino las condiciones cambiaron y no nos dimos cuenta, por lo que seguimos repitiendo los viejos comportamientos o aplicamos creencias que han pasado a ser desadaptativas. Obviamente, en este punto los resultados que obtenemos no son los esperados, en vez de avanzar, nos sentimos estancados o incluso retrocedemos.

En ese punto entramos en un bucle ya que comenzamos a insistir en la dirección errónea, malgastando nuestra fuerza y energía. Entonces, en vez de reflexionar sobre nuestras creencias de base, pensamos que el problema es que no nos aplicamos lo suficiente, por lo que redoblamos aún más nuestros esfuerzos en la dirección equivocada.

Obviamente, vivir dentro de este bucle, luchando continuamente contra la corriente, puede ser devastador porque podemos terminar creyendo que no somos lo suficientemente buenos, cuando en realidad el único problema es que debemos cambiar de dirección.
 

¿Cómo salir de ese círculo vicioso?

Si en los últimos tiempos te sientes atrapado en una situación que está consumiendo tu fuerza y energía pero no logras los resultados que esperabas, quizá el problema es que estás insistiendo en la dirección errónea. Plantéate estas preguntas:

- La vida cambia continuamente, ¿tú has cambiado lo suficiente?Un proverbio chino dice “no puedes dirigir el viento, pero sí las velas de tu barco”. La vida cambia continuamente, pero a veces no somos capaces de adaptarnos con suficiente rapidez a esas transformaciones. Sin embargo, seguir repitiendo comportamientos del pasado, solo porque una vez funcionaron, no es garantía de éxito, más bien es un salvoconducto al fracaso.

- Mira a tu alrededor, ¿qué señales te envía el mundo? En muchas ocasiones nos empecinamos en seguir un camino porque estamos demasiado ensimismados en nosotros mismos y pasamos por alto las señales que nos envía el mundo para indicarnos que vamos en la dirección errónea. Por tanto, haz un alto en el camino, establece una distancia emocional e intenta descifrar el significado de todos esos obstáculos, problemas y conflictos que están apareciendo y te detienen. Quizá solo están ahí para decirte que es mejor que tomes otro camino. De hecho, si tu plan no funciona, no significa que debes cambiar la meta, sino el plan.

- ¿A qué le temes? A veces insistimos en la dirección errónea porque los otros caminos nos dan miedo. De hecho, es un error común en las relaciones de pareja. Nos mantenemos atados a una persona porque pensamos que no vamos a encontrar a nadie más y nos da miedo quedarnos solos. Obviamente, esa no es una buena razón para guiar nuestra vida. Asegúrate de que tus decisiones expresen tus sueños e ilusiones, no tus miedos.

Fuente:
Goienetxea, I. & Lladó, E.  (2014) La estupidez de las organizaciones: 7 metáforas para el camino. Barcelona: Rigden.

lunes, 9 de julio de 2018

SALUD CONSCIENTE




Parte 1 Amor y Compasión
En este momento estoy en un hospital a las 5.53 am después de una noche larga cuidando a una familiar, hubo momentos de desespero por no dormir o al dormir un rato y escucharla que necesitaba atención, al fin me percate que mi labor acá es ayudar y apoyar dando con amor. Ha sido un reto y un gran aprendizaje, yo ya he estado en hospitales de visita y de paciente, amaneciendo después de una cirugía nunca acompañando a alguien mayor en una labor de estar pendiente, me correspondió ayudar en sus necesidades básicas, al principio creí que era incómodo y lo fue pero menos de lo esperado, también me acordé cuando mi hija nació y cambiaba sus pañales, ahora lo hago a una persona mayor y siento la diferencia, en un bebe su piel tierna y su figura recién nacida despierta un tipo de cariño diferente al de un adulto, pero comprendí que si veo con amor y compasión cada caso es único y lejos de sentir asco o rechazo me di cuenta que sentir amor libera y supera esos sentimientos. Ahora siento paz, creo que aun aprendo y me falta, pero ya he liberado y soltado viéndolo a ella en su situación.

Parte 2 Salud desde el corazón o desde la razón
Salgo del hospital y camino por sus pasillos fríos, es un centro de salud, se ven muchos medicamentos, pacientes caminando lentos, acompañantes algo dispersos, muchos aparatos electrónicos controlando las funciones y los medicamentos, enfermeras y sus auxiliares, médicos, vigilantes…se siente calma expectante, pero ante todo frío es como si el calor humano está más allá del sentir, solo una enfermera amable rompe ese frío.
Miro como el amanecer va llegando, la ciudad va despertando en su mayoría porque ya muchos estamos despiertos hace rato, las luces artificiales dan paso al resplandor del sol y todo empieza a moverse afuera, ya hay sonidos diversos los pájaros, los vehículos, el sonido de la ciudad.
Paso por la zona comercial del hospital, si es extraño que haya una zona comercial, parece un centro comercial a veces y también un hotel, pero para personas enfermas, lo curioso es que estamos en un mismo sitio, pero cada uno va para su propio rumbo, hay saludos, pero parecen vacíos, la gente camina para su destino y muchos ensimismados, parece que no somos hermanos, aunque todos somos uno.
Parte 3 Como salud o enfermedad
Paso por la zona de comidas, y las que veo ofrecen lo tradicional, harinas, grasas, cafeína y las personas lo disfrutan y me pregunto como un hospital brinda salud, pero también los elementos para enfermar, ahora en mi nivel de conciencia para la comida comprendo que un café no es muy saludable y menos la azúcar refinada que lo acompaña, o que saludable es un pollo apanado y sus salsas.  ¿Somos ciegos? ¿Qué nos pasa? Estoy en un centro de salud, acá deben decirnos que la alimentación debe ser más saludable, es más ellos deben arrendarle a establecimiento que brinden salud o por lo menos que adviertan los riesgos, pero parece que no importa, o será que saben que ahí están los futuros pacientes y clientes del hospital hotel. Me entristece que a veces no veamos lo evidente, pero también siento que el proceso es de cada uno y que hasta mi hija con un padre dizque consciente, come a veces cosas inadecuadas y comprendo que vamos despertando como en este amanecer en forma paulatina y dejamos de luchar para fluir y entender que un hospital cambiará tarde o temprano su forma de atender un paciente, para verlo como un ser integral y no solo puntual donde se sienta que cada ser es una parte de mí y como tal lo veo como a esta persona que cuido y ya no me despierta ni asco ni rechazo al verle desnuda o dando del cuerpo, porque ella soy yo y yo soy ella y que me sanaré yo mismo sabiendo que cada ser es el mejor médico y que los médicos y enfermeras serán conscientes para ver al otro como parte de si y lo atenderán en compasión y amor, con nombre y apellido.