martes, 21 de julio de 2020

Manejo Emocional_ La Soberbia

Hoy quiero revisarme despúes de mucho mirarme en la soberbia ahora decido observarme, pues mirarme no es tan profundo como observarse para recocer que hay algo que sanar. Antes me negaba a reconocer que era una persona soberbia, más bien me recocijaba en ello. Bueno la vida me ha mostrado espejos donde debo observar para poder sanar. 

Un gran espejo es una persona que atendí y que hoy considero un conocido con quien comparto muchos pensamientos, pues esta persona de otro país vino a mi para ayudarlo a sanar, como le dije en su momento el mejor psicologo es uno mismo pero no nos damos cuenta porque nos llenamos de capas que nos alejan de la esencia que somos. Pero tratandolo a él, llegamos a que era una persona que tenía mucha soberbia por su forma de vida y como reaccionaba ante las situaciones y en gran medida esta venía de una relación rota con su padre, con quien no había contacto y quien no lo deseo en su momento, para él esto ha sido una carga que aún lleva y de alguna forma su insconsciente lo transmuto con desvalorización, rechazo y desmerecimiento, y como mecanismo de defensa el ego lo modelo a través de la soberbia. Verlo como dije antes, es un paso y muy valioso, obsevarlo y reconocerlo es de gran valentía para poder superarlo, él aún esta en su proceso.

Y yo, he aprendido observandolo a él y luego a mi, porque he vivido de forma similar, aunque con mi padre ha sanado la relación, que sin ser cercana, puedo decir hay comunicación y amor, pero en mi existe un marcado sentimiento de soberbia debido a que no me valorizaba ni aceptaba como era, siempre buscando que me reconocieran y valoraran mis criadores y al no hacerlo pues busque en mi vida como reemplazarlo y desarrolle la soberbia. Desde pequeño una forma de sentirme valioso era tener un carrito que mi padre me enviaba de Estados Unidos, o ropa o cosas que hicieran que los demás me buscaran, cuando crecí el estudio fue mi refugio y la forma de llamar la atención de los demás. sentirme importante y valioso....me sentía importante y como no me gustaba reconocer mis debilidades pues si alguien le servía que me buscará sino me aislaba, al ser adulto y laborar fue logrando tener un buen puesto y tener gente a cargo, me comportaba como un sabelotodo, además que lo aparentaba y la gente así me lo demostraba, una forma de reforzar mi soberbia, que con el pasar del tiempo hacía que humillará al otro y lo subestimará, en realidad lo estaba haciendo conmigo sin darme cuenta. 

Mis amigos y compañeros servían pero no les reconocía su valor, me costaba decir palabras como lo siento, perdón, ayuda, me creía autosuficiente y me refugiaba en el estudio, si me llamaban a la casa, contestaba altanero y despota, y me decía de malas los demás....todo va pasando factura...me sentía solo pero me costaba buscar al otro, solo lo hacía si sentía la certeza que esa persona me necesitaba, siempre desconfiaba que el otro fuera sincero conmigo, aún en relaciones amorosas no confiaba, era un miedo al rechazo, a la valoración y así mejor me refugiaba en la soberbia. Pasaron muchas personas, se cansaron y muchas se fueron, ahora reconozco que las aleje por mi actitud, en gran medida, donde la humildad no existía, aún hoy me doy cuenta que si algo no sale como yo quiero me altero, me molesto y hasta grito al otro o simplemente hago lo que me plazca, anoche soñe con ello, con personas en mi vida que ya no están, o con situaciones donde le exijo al otro que actue como yo quiera porque tengo la razón.

Ya hoy amanecí con una visión más clara de que mi soberbia ha sido un mecanismo de defensa que ya no necesito, le agradezco lo que me ha enseñado, pido perdón por no haberle hecho el caso que ameritaba oportunamente, siento no haber sido consciente y amo el aprendizaje que me ha brindado, también pido perdón a todas las personas que maltrate y  mi por haberlo hecho en mi ser....y ahor el trabajo más arduo pero más gratificante...liberarme de esta maestra soberbia para decirle llego el momento de soltarla y darle la bienvenida al amor incondicional de la humildad y saber que la soberbia esta ahi pero que ya no la necesito.

viernes, 10 de julio de 2020

Esto También Pasará

Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:

– Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.
Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total.
Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada. El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo:
– No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje –el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey-. Pero no lo leas –le dijo- mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación.
Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino.
De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso: Simplemente decía “ESTO TAMBIÉN PASARA”.
Mientras leía “esto también pasará” sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos.
El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes. Y él se sentía muy orgulloso de sí mismo. El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo:
– Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.
– ¿Qué quieres decir? –preguntó el rey-. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.
– Escucha –dijo el anciano-: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto también pasará”, y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano le dijo:
-Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.
Esto Tambien Pasara Reflexión | Keilah Radio | Siempre Contigo