martes, 23 de septiembre de 2014

Carta al padre

Ayer a la casa que habito llego la compañera de convivencia del padre que me acompaña en este mundo, me preguntaba para que había ido un día como ayer viniendo de un pueblo, de entrada he tenido inconvenientes desde mi hacía ella, es un rechazo a algo en ella que soy yo...bueno al verla me sentí incómodo y respondí con un tono maluco hacia ella. Ella por el contrario con una humildad aceptaba mi comportamiento y al finalizar de comer nos pusimos a conversar sobre el padre...su pareja...encontré a medida que conversaba que de el padre había heredado muchas cosas aprendidas y quizás otras por genéticas, ella manisfestaba su sufrida convivencia con él y yo seguía y aconsejaba algunos comportamiento para que lo comprondiera y no se dejará contaminar por sus actitudes y palabras negativas.

A medida que conversaba me fui sensibilizando identificando muchas de mis programaciones egotistas, el como yo era un ser llevado de su parecer, aislado en muchos momentos de vida, solitario, y en gran medida que rechazo al otro porque no se comporta como yo quiero, y me dí cuenta que era un ser soberbio, aún lo tengo en mí, aunque con menor intensidad, sentí que a medida que hablaba de mi padre más identificaba comportamientos que yo tengo aún.

Al padre le agradezco todo y cada parte de lo que soy, con él es dificil conversar porque aparece nuestro ego que busca defender lo que creo ser y no permite que la humildad y el amor sean los pilares de la relación. Primero quiero pedir perdón al padre por muchos juzgamientos que he realizado, por mal genios, gritos u ofensas que le haya causado y siento que me alejo y abandono a su ser, con la excusa que él rechaza y no acepta, que es un cascarrabias o un amargado. Ya no juzgo más, ya pido perdón y también le perdono cualquier falta que haya cometido, el haberse ido para EU, el haberme abandonado con la madre e hija acá y el haberme quitado la esperanza de volvernos a unir como familia, por su parquedad y terquedad...todo eso lo perdono y libero cualquier atadura. Y quiero que sepa que lo amo, que me siento feliz de tenerlo cerca, de ser un padre que lucho y lucha por ser un mejor ser humano, por estar en tantos momentos de la vida por haberme contribuido a ser un ser de bien y de luz que soy hoy, por amar la famila, a la nieta que nos acompaña, a la hermana.

Quiero decirle que se puede liberar, que sé que es un ser único y que no requiere estar enojado, que no hay razón, que lo amo, que lo ama la hija, que lo aman las nietas, que lo ama su pareja, que lo acompañamos y que lo que le damos lo hacemos con amor y no por humillación.

Gracias padre, lo siento, te amo y estoy agradecido.

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