lunes, 21 de octubre de 2013

Acostumbrarse

Nuevamente el libro el Zahir de Paulo Coelho me deja unos hermosos mensajes, y definitivamente todo hecho en la vida sucede en el momento que debe ser, este libro lleva en mi estante años y no me había nacido leerlo hasta hace un mes, y los mensajes que me ha dejado y el aprendizajes son hermosos. En toda situación he creído que hay que acostumbrarse, ahora creo que esto conlleva una complacencia y deseo de permanecer en zona de confort, con lo que ello implica, y es quizas lo que hace que la vida vaya pasando en forma aburrida y las relaciones se dañen. Durante mi matrimonio nos acostumbramos a un día a día y no fuimos capaces de generar el cambio para incentivar el crecimiento de la relación...alguien que había habido infidelidad de parte de mi pareja, creo que si la hubo, pero al fin de cuentas yo también lo fuí, y aunque de hecho no lo realice, creo que mi infidelidad fue haberme vuelto complaciente y dejar de ser sincero y no haber decidido que las cosas cambiaran sino conformarme con un día a día que se torno tedioso y aburrido para todos. Yo ayer leyendo el texto de abajo, sentí que quería aferrarme a un amor pasado pero descubrí que estaba aferrado a la costumbre que la tradición matriculo como correcta: vivir con la pareja hasta que la muerte nos separe, o mi hija requiere tener los padres juntos, porque yo no los tuve y me dió muy duro, pero se me olvidaba considerar que tener dos personas unidas aparentemente, no significa que sean felices. Gracias a la vida por seguir mostrando señales que todo pasa por algo, por permitir decidir...crecer en el amor y perdón de Dios. Cito lo siguiente del libro:
–Ése es el problema: acostumbrarse. –Pero es humano. –Fue por culpa de eso por lo que la mujer con la que me casé se convirtió en el Zahir. Hasta el día del accidente, me ha¬bía convencido de que sólo podría ser feliz con ella, y no por¬que la amase más que a todo y a todos en el mundo, sino porque pensaba que sólo ella me entendía, conocía mis gustos, mis ma¬nías, mi manera de ver la vida. Le estaba agradecido por lo que había hecho por mí, pensaba que ella debía de estarme agradeci¬da por lo que yo había hecho por ella. Estaba acostumbrado a ver el mundo usando sus ojos. ¿Recuerdas la historia de los dos hombres que salen del incendio y uno tiene la cara cubierta de ceniza? Ella retiró la cabeza de mi hombro; noté que tenía los ojos llenos de lágrimas. –Pues el mundo era eso para mí –continué–. Un reflejo de la belleza de Esther. ¿Es eso amor? ¿O es una dependencia? –No lo sé. Creo que el amor y la dependencia van juntos. –Puede ser. Pero supongamos que, en vez de escribir Tiempo de rom-per, tiempo de coser, que en verdad es simplemente una carta a la mujer que está lejos, yo hubiese escogido otro argu¬mento, como, por ejemplo: «Marido y mujer están juntos desde hace diez años. Hacían el amor todos los días, ahora hacen el amor sólo una vez por semana, pero eso, después de todo, no es tan importante: hay complicidad, apoyo mutuo, compañerismo. Él se pone triste cuando tiene que comer solo porque ella ha de¬bido quedarse más tiempo en el trabajo. Ella se lamenta cuando él viaja, pero entiende que eso forma parte de su profesión. Sienten que algo empieza a faltar, pero son adultos, han alcan¬zado la madurez, saben lo importante que es mantener una rela-ción estable, aunque sea por los hijos. Se dedican cada vez más al trabajo y a los niños, piensan cada vez menos en el matrimo¬nio, que aparentemente va muy bien, no hay ni otro hombre ni otra mujer. »Notan que algo va mal. No son capaces de localizar el pro¬blema. A medida que pasa el tiempo, se van haciendo más de¬pendientes el uno del otro, se están haciendo mayores, las opor¬tunidades de una nueva vida se están yendo. Intentan ocuparse cada vez más, lectura, borda-dos, televisión, amigos, pero siem¬pre está la conversación durante la cena o la conversación des¬pués de cenar. Él se enfada con facilidad, ella está más silencio¬sa que de costumbre. Uno sabe que el otro está cada vez más distante y no entiende el porqué. Llegan a la conclusión de que el matrimonio es así, pero se niegan a hablar con los amigos, dan la imagen de una pareja feliz que se apoya mutuamente, que tiene los mismos intereses. Surge un amante aquí, una amante allí, nada serio, claro. Lo importante, lo necesario, lo definitivo es comportarse como si no pasase nada, es demasiado tarde para cambiar.»

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