¿Conoces
ese espacio infinito entre la mente y el corazón donde existe realmente
la quietud? Miles de personas conducen sus vidas de forma autómata
desconociendo que existe ese silencio donde todo puede ser creado, donde
uno se llena de paz y el aliento divino nos invade. El espacio que hay
que recorrer antes de abrir el corazón.
¿Se puede realmente abrir el corazón con ruido mental? Realmente dudo que esto pueda hacerse.
Casi
todo lo que ocupa una mente común son juicios, y una mente juiciosa no
puede amar. ¿Dónde está el amor cuando la persona sólo está preocupada y
juzgando? Ese amor que surge es un aprecio temporal, basado en
creencias, en apegos, rápidamente se olvida o se convierte en envidias y
rabia.
El
amor auténtico perdura. Se siente silencioso y llena de regocijo. No
tiene metas, no produce miedo, es alentador y parece que siempre estuvo
contigo.
El amor es indiscriminado, el amor se vive igualmente hacia una flor, una piedra, una persona u otra, no diferencia, ni es mayor o menor dependiendo del objeto amado. Una vez que sientes el verdadero amor sabes notar la diferencia.
El amor es indiscriminado, el amor se vive igualmente hacia una flor, una piedra, una persona u otra, no diferencia, ni es mayor o menor dependiendo del objeto amado. Una vez que sientes el verdadero amor sabes notar la diferencia.
Todo
el mundo busca ese amor, todo el mundo se siente merecedor de tenerlo, y
lo busca fuera, tal vez en una persona, una pareja, un amigo, amiga, un
maestro… sienten que algo afuera despertará la capacidad de amar, pero
el amor crece en el interior de cada uno. Y es el mismo amor que
aparecerá resurgido afuera, es el amor del interior de cada uno. Sólo
depende de la capacidad de entrar en ese espacio donde habita el
silencio, que uno puede sentirlo más o menos.
A
veces se siente silencio y podemos acariciar el amor, acariciamos la
superficie del corazón, a veces se siente poco silencio pero ha sido
suficiente para que una gran energía amorosa nos invada y nos aliente la
vida. Un segundo de silencio y todo el Universo nos invade con una
fuerte energía de luz divina.
Pero es necesario, aunque sólo sea unos instantes, entrar en quietud.
Y
que complicado en la vida es la quietud. El ruido, el estrés, la
angustia, la rabia, el dolor, la pena, el miedo, ¿dónde hay tiempo para
sentir paz? ¿Dónde está esa paz interior que nos conducirá a sentir el
amor? Podemos alejarnos de la vida cotidiana, irnos miles de kilómetros
fuera, realizar cien retiros espirituales, pero luego regresamos con la
familia, con el trabajo, la tensión, el estrés, y todo regresa, todo ese
ruido regresa, como el rugido de un gran dragón que amenaza seguir a
nuestro lado. Un bullicio mental incontrolable.
Y
pasan los días y de pronto nos escuchamos pensar algo, decir algo,
hacer algo, y ¿somos nosotros? Nos preguntamos. ¿Acaso yo soy capaz de
hacer algo así, de pensar algo así? ¿Qué me ha ocurrido? ¿Qué me está
ocurriendo para que mi vida dirija mis pensamientos, mis emociones, y yo
no pueda controlarlo? ¿Dónde, en qué punto cada uno de nosotros en
nuestra vida perdemos el control de nuestra mente y no podemos acceder a
ese espacio de quietud? Y todo el trabajo de meditación, qué rápido
parece que se pierde.
Pensamos
que puede ser un problema de disciplina, de no trabajar a diario en la
meditación, en la relajación, de no respirar, pensamos que las demás
personas que logran esa paz mental no viven vidas tan complicadas como
la nuestra, ni tan estresantes. Pero la vida es ruidosa para todos los
que afrontan una rutina, todos los que deciden crecer junto con otras
personas, los que trabajamos, los que nos mantenemos cerca de la
familia. El rugido del dragón sigue detrás nuestro, protegiendo su
mente, nuestra mente, controlando cada instante que nos despistamos.
Muchas
veces el ruido mental no nos pertenece, pero nosotros pertenecemos a
ese ruido siempre que le escuchamos y le entregamos toda nuestra
energía.
¿Y
cuál es el secreto para dejar de vivir en ruido mental? La vida sigue
siendo ruidosa, estresante, en muchos momentos dolorosa, en otros
emocionante, ¿qué podemos hacer para estar en guardia y controlar la
mente, entrar en silencio y poder así abrir nuestro corazón para sentir
alegría infinita, ganas de vivir, amor cada instante de nuestra vida.
Voy a contar dos secretos:
DEJAR EL CONTROL
Lo primero simplemente es dejar el control.
Si
ocurre algo mal, si nos vemos actuando de una forma errónea,
equivocada, si vemos a alguien hacer algo que nos disgusta, si vemos que
la vida no sigue el camino que deseamos: dejar el control. Pensar en la
impermanencia.
Es
posible que la vida no avance siempre como queremos, pero ¿cuánta
energía ponemos en las decepciones? Si esa energía la usáramos para
avanzar, la vida cambiaría completamente, tendríamos alegría, fuerza.
Sin embargo las decepciones se llevan la mayor parte de nuestra
atención.
Obsérvate
al cabo del día, a cuántas cosas prestas atención que hayan salido mal,
cuántas cosas positivas dices a otras personas. Cuando hablas de otras
personas, hacia dónde diriges la atención.
Muchos
piensan: yo no hablo mal de otros, yo no busco los problemas. Si es
así, compruébalo un día. Activa el observador y comprueba que eso es
así.
La
disciplina más dura es dejar de juzgar. Primero dejar de juzgar la
realidad, luego otras personas, luego las situaciones, luego a nosotros
mismos. Una vez hecho esto, es fácil avanzar para que a partir de ese
momento, empezar a admirar, a apreciar, a esa persona que te moleste,
que no te guste, comenzarás a admirarla y dejarás de hablar mal de ella.
Admiramos aquello que es fácil de admirar, envidiamos y juzgamos todo
lo que nos reta. Aquello que es un gran reto para nuestra vida, es fácil
juzgarlo y atacarlo, sin embargo es aquello que hay que sanar y
mejorar.
Piensa
dónde surge la rabia, el enojo. Surge cuando no logramos lo que
queremos, cuando las cosas no son como queremos. Esta rabia crea la
tristeza, la depresión, la angustia, el miedo, etc.
La
rabia es natural, el enfado es algo natural, no lo bloquees cuando lo
tengas, tan sólo obsérvalo y no permitas que ese enfado te dirija,
dirígelo tú, dirige esa energía de una forma positiva y poco a poco
transmútala en fuerza, voluntad, coraje y lealtad.
Las
personas construimos la vida alrededor de nuestras ilusiones, ilusiones
que según avanzamos se van deteriorando hasta derrumbarse, así
fracasamos. No fracasamos porque no valgamos, sino porque perseguíamos
sueños basados en ilusiones. Siempre podemos lograr aquello que nos
planteemos, aquello que anhelemos puede estar al alcance de nuestra
mano, los sueños son la fuerza que nos puede impulsar a crecer y a
descubrir la realidad, pero los sueños son el puente, el impulso para
elevarnos, no el fin último. Cuando el sueño es todo lo que perseguimos,
entonces se convierte en una ilusión vacía, no hay objetivos reales, no
hay verdadera fuerza, un día esas ilusiones parecerá que nos alimenta,
al día siguiente nos quitarán toda nuestra energía.
Poner
nuestra energía en ilusiones es como entregar toda nuestra fuerza,
nuestra mente, nuestras emociones a un gran dragón rojo y negro. Al
dragón no le importa si hemos logrado lo que queremos, sólo le importa
comer. Él nos prometerá más y más ilusiones si logra su objetivo.
Las
personas deambulan por las calles con pensamientos vacíos, y allí donde
ponen su mente ponen su energía, pierden así instantes llenos de luz
buscando ilusiones en vez de buscar realidades, alimentando al vacío.
Dar
tanta importancia a las ilusiones y a los fracasos es una señal de
ruido mental. Si somos objetivos la mayoría de nuestros problemas no son
más que una falta de aceptación. En cuanto partamos de la aceptación,
de la realidad, entonces sí podemos cambiar nuestra vida, escalón por
escalón podemos ir ascendiendo por un sendero de luz.
Pedimos
que las cosas que tenemos cambien, ¿por qué?, porque no las hemos
aceptado. Pedimos que las cosas que ahora no hay, aparezcan,¿ por qué?,
porque no hemos aceptado que ahora no están. Una vez que aceptamos y
amamos el momento presente, entonces una energía inmensa aparece y nos
llena, ya no pretendemos aquello de lo que carecemos o creemos que no
necesitamos para crecer, pretendemos aquello que en el Universo nos
corresponde.
El
primer secreto, soltar el apego, soltar el control de la vida. Reírnos
de nosotros mismos y avanzar sin tanta preocupación. La preocupación es
aferrarnos a nuestro apego, no es amor, y hay que tener mucho cuidado
con esa creencia, la preocupación surge del juicio, del apego, del miedo
a que el mundo no es tan correcto como nosotros lo hemos imaginado.
¿Por qué nos preocupamos por otras personas? Porque creemos saber más
que los demás, (mejor incluso que Dios) lo que otros necesitan para
vivir. Pensamos que si la vida de otros estuviese en nuestras manos,
todos serían felices. La preocupación es como el rabo del dragón
rodeándonos el cuello.
Este
es el primer secreto para entrar en calma, dejar el control, dejar la
preocupación, permitir que la vida sea tal cual es, con el potencial que
ahora tiene, con la fuerza que ahora tiene, amarla y vivirla tal y como
es.
AUTO OBSERVACIÓN
El
segundo secreto es disciplina, pero una disciplina constante: auto
observación. De nada sirve la meditación, el trabajo físico, los
ejercicios o desafíos que tengamos durante el día si no hay un
seguimiento a través de la auto observación. Lo más valioso que alguien
puede enseñarnos es a aprender a vernos a nosotros mismos. Auto
observarnos es vernos a través de nuestros pensamientos, palabras y
actos, pero también vernos a través de aquellos que nos rodean.
Es
muy fácil creernos mejores porque hayamos hecho algo bien al cabo del
día, pero todo lo que se eleva fácilmente se derrumba. Hoy puede parecer
que la vida es perfecta, que hemos recuperado la autoestima, que hay
alegría y felicidad en cada momento, y al instante perder toda esa
serenidad, rápidamente.
Las
leyendas de dragones cuentan que los verdaderos dragones se hacen
amigos nuestros, se quedan a nuestras espaldas cuidando que nadie nos
ataque, o eso es lo que ellos nos dicen, y así, cuando estemos con la
energía más completa, con todo el potencial, se zampan toda esa energía
de un solo bocado. No sabemos cómo ocurrió, y mientras se relame el
dragón dice que no debemos preocuparnos, así nos cuidará mejor la
próxima vez.
En
un instante todo nuestro equilibrio se pierde, toda nuestra energía se
va, toda la alegría se convierte en un estado de gran tristeza. Cuando
más alta sea la calma que hayamos sentido, más rápido podemos caer y a
estados más bajos. ¿Por qué ocurre esto? Y lo más importante ¿Cómo
evitarlo?
Los
dragones, o aquello que queramos dibujar, que acaba con los estados de
conciencia altos, actúa ya sea que estemos sintiendo amor, alegría,
claridad, conciencia… pero no puede actuar cuando sentimos paz mental.
Cuando hay silencio nuestra energía se mantiene intacta.
Nada puede perturbar una mente en paz, nada puede atacar un corazón protegido por una mente limpia, pura, inocente.
Una
persona que ha trabajado el silencio y la quietud mental, fácilmente se
reequilibra después de una crisis. Una persona que no guarda dudas,
igual que un niño, después de desahogarse en una pataleta, vuelve a
ilusionarse y reírse por lo primero que se presente y le llame la
atención. No hay dolor, no hay pena, aquello ya pasó.
Creado
el silencio es como barrer a fondo una habitación, no quedan residuos
de dolor, ni angustia, ni pena. Y alguien nos recuerda aquello que
ocurrió y no podemos hacer otra cosa más que reír. Fuimos nosotros,
claro que sí, así somos en desequilibrio, y es también bello observar
que caminamos buscando el centro. No nos impresiona lo que hayamos
podido hacer mal, no nos aturde, nos ayuda a sentirnos completos.
Sólo
son dos ingredientes en esta receta de obtener paz mental: dejar el
control y auto observación. De nada sirve concentrarnos perfectamente
unos segundos si mañana todo eso se perderá. De nada nos sirve lograr el
control en un área de nuestra vida si toda la energía se pierde en
ilusiones basadas en irrealidades. La auto consciencia que despertará
esta disciplina nos permitirá vernos tal y como somos, ver la situación
real de la que partimos, observar los pasos correctos que hemos dar y
avanzar a través de la vida sin detenernos en detalles ni
entretenimientos vagos o ajenos.
Pero
¿cómo logramos reestructurarnos cuando no tengamos ilusión, cuando ya
ha desaparecido nuestra energía y sin fuerzas sintamos que ya no hay más
manera de avanzar?
Algunas
veces recuerdo a mi guía cuando me angustiaba por alguna cosa, recuerdo
su mirada amorosa y después de escucharme rechistar durante un buen
rato, me decía con cariño: ¿sólo por esto, tanto escándalo? ¿de verdad
es tan importante?
Cuando
no veamos la manera de continuar podemos reírnos de nosotros mismos.
Seguro que no fue para tanto lo que inició todo, es momento de salir
dejando de dar fuerza a lo que tan importante parece, y reírnos de la
tontería que sea. Ser amorosos y tiernos con ese niño cabezón que no
obtuvo lo que quiso. Y no darle tanta importancia al drama.
La
vida es un teatro, e interpretamos nuestro papel como si fuésemos los
únicos capaces de hacerlo, ponemos en él tanta emoción y energía que
muchas veces olvidamos que es tan solo un personaje, un papel más. La
vida no es más que eso, un sueño, un teatro. Poner tanta fuerza en las
amarguras es entrar más y más en el juego del drama, en vez de tratar de
dirigir la vida por primera vez.
Cuando
todo salga mal, respira, cálmate, olvida lo que la mente diga. Calma
las emociones, el cuerpo. Si hay angustia, respira intentando que el
aire de los pulmones llegue a todo el cuerpo, a todos los órganos.
Siente la respiración, los latidos. Si hay miedo, si hay pánico, deja de
dar tanta fuerza a esa emoción y respira. Si hay pánico por el dolor de
otra persona, con más motivo, no debe dolernos en nuestro cuerpo el
sufrimiento ajeno, no debería angustiarnos tanto, si es así, no podremos
ayudar adecuadamente.
Dejar el control, respirar. Soltar.
¿Dónde
nació tanta energía negativa dentro de uno? Da lo mismo, ahora es
momento de dejarla. ¿Dónde nació el rencor? Da igual. Ahí estaba y hay
que sacarlo.
Tal
vez pienses que no hay ira dentro de ti, y cuando comienzas a trabajar
en el crecimiento interior descubres que había mucha rabia acumulada,
guardada para ser descubierta cuando menos lo esperabas, tal vez sientas
que no hay problemas de autoestima, y de pronto surgen, cuando el
equilibrio de tu cuerpo o de tu salud o tu posición social o tu relación
se pierde.
Vivimos
en ilusiones y cuando estas se deshacen entonces vemos la realidad tal y
como es, y en esos momentos respira. Siempre existió ese problema, pero
no eras capaz de verlo.
Da lo mismo por qué tenemos lo que tenemos, en este momento sólo es importante sacarlo.
Y
entonces das un paso adelante. Una vez que has respirado para
centrarte, para olvidarte de todo y centrarte en quien tú eres, observa
la realidad que te rodea y sobre lo que ves y sientes construye una
nueva realidad.
Imagina
que alguien a tu lado te está mirando mal, te grita o está llorando,
imagina tu vida descontrolada, en esos momentos, después de desbloquear
tu implicación en la escena que vivas soltando el control, respirando,
entonces observa, y quédate en silencio observando y encajando piezas.
Deja de pensar: esa persona grita porque ocurrió esto y lo otro y lo otro, o llora porque piensa que yo hice…
La
realidad es otra muy diferente. Estás en tal lugar, llevas tal ropa
puesta, hace sol o nublado, hay éstas u otras personas, una de ellas
parece que grita hacia ti, aunque puede ser hacia alguien que esté
contigo, o puede ser que alguien te pregunte algo que piensa, que tu
sabes mejor que nadie, es indiferente lo que te haya llevado a donde
estés, es importante la situación tal cuál es. Acéptala y obsérvala. Pon
tu foco en aprender de esa situación, en vivirla y no juzgarla.
Ahora,
en este momento incluso puedes hacerlo. Puedes anotar aquello que hay
en tu vida: tengo tal trabajo, gano tanto dinero, gasto tanto, estoy con
tal persona, existen tales problemas… se realista, básate en lo que
ahora hay, con control de ti mismo, con la mente limpia, clara, y desde
allí, construye hacia donde quieres dirigirte, basándote en lo que ahora
hay. No critiques lo que ahora hay, sólo obsérvalo.
Cuando
catalogamos cada instante, estamos alejándonos de la realidad, nos
convertimos en observadores juiciosos, nuestra mente borrará la escena y
no nos permitirá amarla tal y como es. Cuando no hay juicio, cuando
únicamente hay observación, entonces podemos abrir los ojos y amar cada
instante de la realidad, somos libres de la mente, somos libres de
cualquier barrera.
La
paz interior es ese espacio que nos permitirá tener equilibrio en el
día a día. Hay que trabajarla, hay que serenar la mente, abrir el
corazón y arriesgarse a dejar de tener el control, alejarse de las
ilusiones que alimentan a dragones y comenzar a alimentar sueños reales
que nos permitan crecer.
Piensa
un instante ¿cuántos de los sueños que realmente tienes enriquecerían a
otras personas, las liberarían de la pobreza o las ayudarían a sanarse?
Sin embargo ¿cuántos de tus sueños te harían a ti rico? Dedica tu
energía a algo valioso, que alimente tu alma, que alimente tu corazón.
Un sueño que sólo te alimenta a ti, no es un sueño del alma, obviamente
es un sueño del ego.
Siente
por un momento, que ocurriría si un día, un solo día, permitieses que
Dios te amase, que el sol te entregase su energía, permitieses que el
cielo te tocara, permitieses a las plantas, a las personas, a la vida
regalarte su mirada. Te permitieses recibir amor. Siente por un momento
cuánto tienes agarrado en tus manos, en tu mente, que no te permite
soltar el control y permitir que la vida te ame. Sólo un instante cada
día, mira al cielo, y piensa, no hay alguien ahí, ningún ser en especial
observándote y amándote, sino que todo el cielo te observa y te siente,
igual que tú lo observas, lo admiras y lo amas. Y ese instante, ese
momento es silencio, es esencia, es amor.
La
vida te transforma mágicamente cuando permites soltar el control y
vivir el instante, la energía consciente se mantiene a través de la
observación persona
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